Carta de una profesora canadiense, para hacernos reflexionar sobre el trabajo, a veces incomprendido, de maestros y maestras.
Estimado/a padre/madre
Lo sé. Usted está preocupado. Cada día, su hijo llega a casa con una historia sobre AQUEL niño. El que siempre está golpeando, empujando, pellizcando, rasguñando y quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre tiene que caminar de la mano conmigo en el pasillo. El que tiene un lugar especial en la alfombra y el que ocasionalmente se sienta en una silla en vez de sentarse en el piso.
El que tuvo que dejar el centro de bloques de juguete, ya que los bloques de juguete no son para lanzar. La que escaló la reja del patio de juegos exactamente cuando le decía que se detuviera. El que derramó la leche de su vecino al suelo, en un ataque de ira, a propósito y mientras yo estaba mirando. Y luego, cuando le pedí que limpiara, usó TODO el rollo de papel del dispensador, a propósito y mientras yo estaba mirando. El que dijo REALMENTE “esa” palabra en la clase de gimnasia.
Usted está preocupado de que AQUEL niño esté restando valor a la experiencia de aprendizaje de su hijo. Usted está preocupado de que consuma mucho de mi tiempo y energía, y que su hijo no tenga su parte justa. Usted está preocupado de que ella vaya a realmente lastimar a alguien algún día.
Usted está preocupado de que ese “alguien” pudiese ser su hijo. Usted está preocupado de que su hijo vaya a empezar a utilizar agresividad para obtener lo que quiere. Usted está preocupado de que su hijo vaya a retrasar su desempeño académico, ya que puede que yo no me dé cuenta de que esté luchando por sostener un lápiz. Lo sé. Su hijo, este año, en este curso, a esta edad, no es AQUEL niño. Su hija no es perfecta, pero en general sigue las reglas. Él es capaz de compartir los juguetes pacíficamente. Ella no lanza mobiliario. El levanta su mano para hablar. Ella trabaja cuando es el momento de trabajar, y juega cuando es el momento de jugar. Es posible confiar en que él irá directamente al baño y regresará directamente de vuelta, sin realizar travesuras. Ella piensa que la palabra E es “estúpido” y la palabra M es “mierda”. Lo sé. Lo sé, y yo también estoy preocupada.
Como ve, me preocupo todo el tiempo. De TODOS ellos. Me preocupo de que su hijo sostenga el lápiz, y de los sonidos de las letras de otro niño, y de la timidez de aquel pequeño, y de la lonchera siempre vacía de aquel otro. Me preocupa que el abrigo de Gavin no sea lo suficientemente cálido y que el papá de Talitha le grite por escribir la letra B al revés. La mayoría de mis viajes en automóvil y duchas se consumen con esas preocupaciones.
Pero yo sé, usted quiere hablar sobre AQUEL niño. Porque la letra B al revés de Talitha no le va a crear un ojo morado a su hijo. Yo también quiero hablar sobre AQUEL niño, pero hay muchas cosas que a usted no le puedo decir.
o le puedo decir que ella fue adoptada desde un orfanato a los 18 meses de edad.
No le puedo decir que está en una dieta de eliminación debido a posibles alergias a alimentos, y por lo tanto tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No le puedo decir que sus padres están en medio de un terrible divorcio y que ella ha estado viviendo con su abuela.
No le puedo decir que me estoy comenzando a preocupar ya que la abuela consume alcohol…
No le puedo decir que su medicamento para el asma le hace estar agitado.
No le puedo decir que su mamá es una madre soltera, por lo que ella (la niña) está en la escuela desde antes de la apertura hasta después del cierre, y no le puedo decir que el viaje entre el hogar y la escuela toma 40 minutos, por lo que ella (la niña) está durmiendo menos que la mayoría de los adultos.
No puedo decirle que ella ha sido testigo de violencia intrafamiliar.
Está bien, dice usted. Usted entiende que no puedo compartir información personal o familiar.
Usted sólo quiere saber qué estoy HACIENDO sobre el comportamiento de aquel niño.
Me gustaría decirle. Pero no puedo. No puedo decirle que ella recibe servicios de habla-lenguaje. Que una evaluación mostró un severo retraso de lenguaje, y que la terapeuta cree que la agresión está conectada a la frustración de ser incapaz de comunicarse.
No le puedo decir que me reúno con sus padres TODAS las semanas, y que ambos usualmente lloran en esas reuniones.
No puedo decirle que el niño y yo tenemos una señal de manos secreta para hacerme saber cuándo necesita sentarse sola por un rato.
No puedo decirle que él pasa el recreo acurrucado en mi regazo, porque “escuchar su corazón me hace sentir mejor, profesora”.
No puedo decirle que he estado siguiendo meticulosamente sus incidentes agresivos por tres meses, y que ha bajado de 5 diarios a 5 incidentes semanales.
No puedo decirle que la secretaria de la escuela ha acordado que puedo enviarlo a la oficina a “ayudar” cuando me dé cuenta que necesita un cambio de escenario.
No puedo decirle que me he puesto de pie en una reunión del personal y, con lágrimas en mis ojos, he SUPLICADO a mis colegas a que pongan atención extra en ella, que sean amables con ella incluso cuando se sientan frustrados cuando ella golpee a alguien DE NUEVO, y esta vez, JUSTO EN FRENTE DE UN PROFESOR.
La cosa es que, hay TANTAS COSAS que no puedo decirle acerca de ese niño. No puedo siquiera decirle las cosas buenas.
No puedo decirle de que su trabajo de curso es regar las plantas, y que lloró con angustia cuando una de las plantas murió en las vacaciones de invierno.
No puedo decirle que ella le da un beso de despedida a su hermana pequeña todas las mañanas, y la susurra “Tú eres mi sol” antes de que la mamá mueva la silla de bebés.
No puedo decirle que él sabe de tormentas más que la mayoría de los meteorólogos.
No puedo decirle que ella usualmente ofrece ayudar a sacarle punta a los lápices durante el recreo.
No puedo decirle que ella acaricia el cabello de su mejor amigo en el recreo.
No puedo decirle que, cuando un compañero está llorando, él se acerca con sus pañuelos favoritos del negocio de la esquina.
La cosa es que, querido padre/madre, sólo puedo hablarle sobre SU hijo. Lo que puedo decirle es lo siguiente:
Si alguna vez, en algún momento, SU hijo, o cualquiera de sus hijos, se convierten en AQUEL niño…
No compartiré sus asuntos privados familiares con otros padres del curso.
Me comunicaré frecuentemente con usted, de manera clara y amable.
Me aseguraré de que haya pañuelos a mano en todas nuestras reuniones, y si me lo permite, le tomaré la mano cuando usted llore.
Voy a abogar para que su hijo y familia reciban servicios especiales de la mayor calidad, y cooperaré con aquellos profesionales en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que su niño reciba amor y atención extras cuando más lo necesite.
Seré la voz de su hijo en nuestra comunidad escolar.
Seguiré buscando y encontrando, sin importar lo que pase, las cosas buenas, sorprendentes, especiales y maravillosas de su hijo.
Le recordaré a él y a USTED de esas cosas sorprendentes, especiales y maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se me acerque, con preocupaciones sobre SU hijo… Le diré todo esto, una vez más.
Con mucho amor,
Profesora.
Amy Murray
Amy Murray, B.Ed., M.S. blogs at www.missnightmutters.com. She can also be found on Twitter at @happycampergirl, and on Facebook as Miss Night’s Marbles. She is the co-founder of #kinderchat (www.kinderchat.org), a twitter-based global community for teachers of young children. For more
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